miércoles, 27 de abril de 2011

Loro viejo

Henrique Lazo

En un aeropuerto, mientras chequean los equipajes, una de las empleadas le reclama a un pasajero -entradito en años- la intención de introducir una maleta adicional. Detrás, una persona de habla inglesa comenta: “es que no se le puede enseñar trucos nuevos a un perro viejo”. Inmediatamente, me acorde de la “traducción” en castellano y lo que varia es el animal, porque uno sabe que “loro viejo no aprende a hablar”. Descubrir que los refranes tienen su equivalente en todas las lenguas, se convirtió en una aventura cultural.

La misma necesidad de comunicar, de una manera profunda y sencilla, la encontramos en todo el mundo. África: “Cuando los elefantes luchan, quien sufre es la hierba”. Alemania: “Los ojos se fían de ellos mismos, las orejas se fían de los demás”. Árabe: “La primera vez que me engañes la culpa será tuya, la segunda vez, la culpa será mía”. Brasil: “La tierra no tiene sed de la sangre de los soldados, sino del sudor de los hombres”. Republica Checa: “Nuestros padres nos han enseñado a hablar y el mundo a callar”. 

China: “Nunca se pierden los años que se quita una mujer, van a parar a cualquiera de sus amigas”. Ecuador: “Vale mucho más morir intentándolo que vivir toda tu vida lamentándolo.” Escocia: “La sonrisa cuesta menos que la electricidad y da más luz”. Francia: “En la paz se cuelga a los ladrones; en la guerra se les honra”. Grecia: “El que nada duda, nada sabe”. India: “Aquel que reconoce la verdad del cuerpo puede entonces conocer la verdad del universo”. Honduras: “El buen carpintero mide dos veces, corta una”.

Inglaterra: “Cuando apuntas con un dedo, recuerda que los otros tres dedos te señalan a ti”. Italia: “Cuanto más se sabe, menos se asegura”. Japón, “El clavo que sobresale recibe un martillazo”. Israel: “Más vale ser pobre que estar enterrado”. Latino: “Del Oriente la luz, del Occidente la Ley”. Mexico: “La única razón para no triunfar en la vida es no haber nacido”. Mongolia: “El victorioso tiene muchos amigos, el vencido buenos amigos”. Ruso: “Añorar el pasado es correr tras el viento”.

Las personas de todas partes del mundo usan los proverbios y refranes para transmitir su sabiduría, sus conocimientos, sus experiencias, y sus sentimientos. Muchos proverbios y refranes, que se originaron hace miles de años, son válidos aún. Un gran número de ellos se han traducido a muchos idiomas, y por lo tanto, se han convertido en universales. “Un proverbio es el ingenio de un hombre y la sabiduría de todos los hombres”: John Russell.

Renny

Henrique Lazo

Definir la vida de un ser humano en una cuartilla de papel no es tarea sencilla. Explicar a Renny Ottolina en unos cuantos caracteres es un atrevimiento. Lo asumiré como tal. El momento es ahora, y el personaje, hace algunas Semanas Santas, dejó los titulares de la vida terrenal para formar parte del acervo cultural de nuestra conciencia. 

Si uno pregunta o busca información en la Red sobre Renny, se encontrará con un célebre animador de televisión que murió en un accidente de aviación en circunstancias aún no esclarecidas. Si sigue buscando, lo mas probable es que constate que su país –al que tanto promovió y apreció- perdió prematuramente uno de sus políticos mas importantes.

Para los que tuvimos la dicha de ser sus contemporáneos, conversar con Ottolina, significaba encontrarse con el gran promotor de los valores de su tierra. Una persona que priorizaba el país nacional sobre el pais político. Locutor, Cineasta, Animador, Publicista y Político. 

Renaldo José Ottolina Pinto nació en Valencia, estado Carabobo, el 11 de diciembre de 1928 y entró en la inmortalidad el 16 de marzo de 1978, cuando contaba apenas 49 años. El vuelo repentino de los pajaros en una montaña de Tanaguarena anunció la tempestad. 

Se me ocurre compararlo con uno de esos programas de computación que le suministran al común de los mortales la capacidad de usar la tecnología para solucionar sus problemas diarios y para enriquecer sus vidas. Herramientas que aprueba el colectivo y que no necesitan de su imposición. 

Renny fue el número uno en su especialidad, no por una campaña mercadotécnica o por una estrategia ideológica. Su puesto se lo ganó a su manera: queriendo ser un mejor ciudadano. 

Muchos fueron los momentos compartidos. Algunas situaciones muy rudas, en las que su entereza para afrontarlas, quedaron grabadas en la memoria como una serigrafía. Otros instantes de felicidad, como cuando obtuvo un reconocimiento por una de sus extraordinarias campañas institucionales para el Cine y la Televisión.

Y entre tantas frases indelebles, después de un apretón de manos, sonriente y optimista, pronunció: “Amigo mío es el que trabaja, y bien. Hacer el trabajo con la pasión y el respeto que se merece la actividad que te permite sostener tu familia, es honrar la patria, y la patria, es del tamaño del corazón de quien la quiere”.

Entre dos aguas

Henrique Lazo

La única ventaja de vivir tan lejos del colegio eran las conversaciones con los dos chóferes del autobús escolar. De resto, todo eran desventajas. 

Te buscaban de primero, bien tempranito en la mañana, y eras el último en llegar a tu casa al final de la tarde. Los dos pilotos tenían la virtud de manejar con eficacia tanto el vehículo como la palabra. 

El chofer de la mañana era el democrático. Vivía despotricando de la dictadura de turno y pregonaba los aromas del sistema democrático. Aquí no se puede hablar tranquilamente, cualquiera te denuncia y te detienen para ver si estás conspirando. 

No hay congreso y los funcionarios, como no son elegidos por el pueblo, responden al tirano y no representan a la sociedad que les paga el sueldo. No hay libertad de prensa y no hay manera de fiscalizarlos. 

El chofer de la tarde era todo lo contrario. Alababa la dictadura y expresaba emocionado que en sólo 5 años se erigieron las obras esenciales de la nación. Esto era posible porque no había intermediarios y las leyes se hacían cumplir, a la brava, pero todo el mundo andaba derechito. 

Para qué servían los partidos políticos si eran todos iguales. No rendían cuentas a sus electores sino a los jerarcas de las cúpulas. Lamentaba que el gobierno no hubiera borrado cualquier vestigio de oposición cuya única finalidad era embochinchar al país. 

El régimen había casi acabado con la delincuencia, las carreteras se multiplicaban por todo el país y se estaban construyendo viviendas para los más necesitados. La democracia era algo así como una fantasía griega. 

Así pasaban los días. En la mañana, cuando llegaba al colegio, el chamo que se bajaba del colectivo era el más ferviente demócrata defensor de los derechos humanos y todas las libertades que el sistema democrático puede ofrecer. En la tarde, al final de la jornada, el que regresaba a la casa era un justificador de todas las ausencias civiles con tal de progresar. 

La lluvia repentina del trópico refresca el atardecer. En la radio, Paco de Lucía, guitarra en mano, transforma la destreza en música extraordinaria. En la noche conciliando las desigualdades, entrando y saliendo por las puertas del sueño, un metal como el sodio y un gas tóxico como el cloro terminan formando una estructura estable y una sustancia maravillosa: la sal común.

 
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