miércoles, 27 de abril de 2011

Renny

Henrique Lazo

Definir la vida de un ser humano en una cuartilla de papel no es tarea sencilla. Explicar a Renny Ottolina en unos cuantos caracteres es un atrevimiento. Lo asumiré como tal. El momento es ahora, y el personaje, hace algunas Semanas Santas, dejó los titulares de la vida terrenal para formar parte del acervo cultural de nuestra conciencia. 

Si uno pregunta o busca información en la Red sobre Renny, se encontrará con un célebre animador de televisión que murió en un accidente de aviación en circunstancias aún no esclarecidas. Si sigue buscando, lo mas probable es que constate que su país –al que tanto promovió y apreció- perdió prematuramente uno de sus políticos mas importantes.

Para los que tuvimos la dicha de ser sus contemporáneos, conversar con Ottolina, significaba encontrarse con el gran promotor de los valores de su tierra. Una persona que priorizaba el país nacional sobre el pais político. Locutor, Cineasta, Animador, Publicista y Político. 

Renaldo José Ottolina Pinto nació en Valencia, estado Carabobo, el 11 de diciembre de 1928 y entró en la inmortalidad el 16 de marzo de 1978, cuando contaba apenas 49 años. El vuelo repentino de los pajaros en una montaña de Tanaguarena anunció la tempestad. 

Se me ocurre compararlo con uno de esos programas de computación que le suministran al común de los mortales la capacidad de usar la tecnología para solucionar sus problemas diarios y para enriquecer sus vidas. Herramientas que aprueba el colectivo y que no necesitan de su imposición. 

Renny fue el número uno en su especialidad, no por una campaña mercadotécnica o por una estrategia ideológica. Su puesto se lo ganó a su manera: queriendo ser un mejor ciudadano. 

Muchos fueron los momentos compartidos. Algunas situaciones muy rudas, en las que su entereza para afrontarlas, quedaron grabadas en la memoria como una serigrafía. Otros instantes de felicidad, como cuando obtuvo un reconocimiento por una de sus extraordinarias campañas institucionales para el Cine y la Televisión.

Y entre tantas frases indelebles, después de un apretón de manos, sonriente y optimista, pronunció: “Amigo mío es el que trabaja, y bien. Hacer el trabajo con la pasión y el respeto que se merece la actividad que te permite sostener tu familia, es honrar la patria, y la patria, es del tamaño del corazón de quien la quiere”.

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